Confieso que me sentí un poco desubicada, sorprendida y, por
qué no, desorientada. No tenía idea de que estaba haciendo
ahí, pero confiaba en ese hombre más que en mí misma y
estaba segura de lo que él estaba haciendo. No podía
hacerme daño, no podía...
PERO LO HIZO!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario